Al sur del cerro del Pacandé está la tierra bonita y de extensas planicies que los aborígenes llamaron Huila. El vocablo significa anaranjado y los indios nombraban así a la región en alusión al volcán nevado del Huila y por el color de las nubes teñidas en los arreboles del alba y del atardecer.
El Huila es una tierra de promisión que se localiza en el suroccidente de Colombia, en el valle alto del río Magdalena, con el protagonismo de los extensos arrozales que llenan la llanura y las cordilleras andinas sembradas con uno de los cafés más suaves del mundo.
Los opitas, sus habitantes, son excelentes anfitriones que atienden al viajero enamorándolo con su anecdotario y con una variada cocina propia y auténtica. Los relatos de mitos, brujas y espantos que dominan la región, se escuchan en las conversaciones cotidianas, en tanto que las evidencias en piedra y cerámica, dan cuenta de que la geografía fue dominada en el pasado por habitantes ancestrales que dejaron un importante legado cultural a la humanidad.
Las tamboras del sanjuanero huilense alegran el corazón y todo se vuelve gloria. En tiempos de fiesta, el mundo se pone a bailar, a cantar y a brincar. El entusiasmo en la tierra se palpa, las tradiciones se viven con el alma, con la melódica de los bambucos y la jocosidad de los rajaleñas. El Huila es música en sus costumbres y armonía en sus paisajes.
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